La esencia divina se encuentra en la libertad y la
naturaleza indómita del corazón humano, más allá de las estructuras y ruinas de
los templos antiguos. Es en el espíritu aventurero y en la bondad sin límites
donde muchos creen que reside lo sagrado. Esta perspectiva invita a buscar lo
divino en nuestras acciones y en el amor que compartimos, en lugar de en
lugares físicos o construcciones materiales.
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