viernes, 16 de agosto de 2024

Jesús vivió y murió en Cachemira...la leyenda.

 

Las leyendas, esas narrativas que se entretejen en el tapiz de la cultura humana, son más que meras historias; son la amalgama de la realidad y la fantasía, un punto de encuentro entre lo que fue y lo que podría haber sido. La leyenda Ahmadiyya de Jesucristo viajando a Cachemira durante su juventud es un ejemplo fascinante de cómo las leyendas pueden incorporar elementos de verdades históricas, mitos y simbolismos profundos para crear una narrativa que resuena a través del tiempo. Esta leyenda en particular, que sugiere una conexión entre las enseñanzas de Jesús y las prácticas budistas, no solo desafía nuestras percepciones de la historia conocida sino que también invita a una reflexión más profunda sobre la naturaleza de la sabiduría y la espiritualidad. La idea de que Jesús pudo haber buscado las tribus perdidas de Israel y, en el proceso, encontrarse con sabios budistas, plantea preguntas intrigantes sobre la interconexión de las tradiciones espirituales. Si bien la historia académica no puede confirmar tales viajes, la posibilidad de tales encuentros culturales y espirituales ofrece una rica veta de especulación y diálogo interreligioso. La leyenda se convierte así en un vehículo para explorar las dimensiones ocultas de las figuras históricas y los posibles puentes entre diferentes creencias y prácticas. Además, la leyenda de la tumba de Jesús en Cachemira, adornada con detalles que mezclan la realidad con la fantasía, como los pies esculpidos en el sepulcro, sirve para recordarnos que las leyendas a menudo contienen elementos diseñados para provocar asombro y reflexión. Estos detalles no están destinados a ser desmentidos o confirmados, sino a inspirar una sensación de maravilla y a fomentar la contemplación de lo divino y lo misterioso. En última instancia, las leyendas como estas nos invitan a considerar la posibilidad de verdades más profundas que yacen más allá de la superficie de los relatos históricos. Nos animan a mirar más allá de lo que se da por sentado y a considerar la historia no solo como un registro de hechos, sino como un lienzo para la imaginación humana, donde la realidad y la fantasía se entrelazan para formar el tejido de nuestra comprensión colectiva. Por Ubaldo Pino

jueves, 15 de agosto de 2024

Si estás solo no puedes ser político...


Cuando Dios no está allí para respirar en el cuerpo, el Diablo comienza a respirar en él. Por lo tanto, un cadáver no solo está muerto, sino que es muy peligroso. Puede ser poseído por el Diablo. El político es el Diablo. Cuando el santo se ha ido, el cuerpo está allí, alguien puede entrar en él, alguien puede empezar a tener ese cuerpo. Se asemeja a lo real. Cuando el santo se haya ido, el sacerdote lo usará, el político lo usará y muchos serán engañados por ello porque sólo conocen el rostro.Nuestro llamado conocimiento de nosotros mismos y de los demás es muy Enraizado en el cuerpo. Por lo tanto, nunca entramos más profundamente en ninguna otra dimensión que no sea la el cuerpo. Esa dimensión se llama sharia. Es la dimensión exterior de religión...Los "ismos" existen en este punto. La multitud cree en la sharia, eso es por qué la multitud siempre permanece irreligiosa. La muchedumbre como tal es irreligioso. Solo se pueden encontrar individuos religiosos, nunca una multitud. La muchedumbre, por su propia naturaleza, es una locura; una muchedumbre, por su propia naturaleza, es política, nunca religiosa. De hecho, si estás solo no puedes ser político. ¿Lo has pensado alguna vez?


miércoles, 14 de agosto de 2024

Mis amigos...


Mis amigos se relacionan conmigo individualmente. Y porque están en el mismo camino, definitivamente llegan a conocerse con los demás. Surge una amigabilidad, una atmósfera amorosa, pero no quiero darle el nombre de relación, cualquiera que sea. Hemos sufrido demasiado porque los discípulos se relacionan directamente entre sí, creando religiones, sectas, cultos y luego peleando. No pueden hacer más. Por lo menos conmigo, recuérdalo: no hay relación de unos a otros de ninguna manera. Sólo una amigabilidad líquida, no una amistad sólida; es suficiente, y mucho más hermosa y sin ninguna posibilidad de lastimar a la humanidad en el futuro. La idea de una amigabilidad líquida es fascinante, sugiere una conexión que es flexible y adaptable, en lugar de rígida y definida. Esta fluidez permite a las personas interactuar de manera más orgánica, sin las expectativas y obligaciones que a menudo acompañan a las relaciones formales. Al fomentar un ambiente donde prevalece la amabilidad y el respeto mutuo, se crea un espacio seguro para el crecimiento individual y colectivo. Es un concepto que invita a la reflexión sobre cómo nos relacionamos con los demás y cómo estas interacciones pueden evolucionar para el bien común.