La velocidad es antiespiritual
No, Dios no es una meta; Dios es un peregrinaje. Eso tiene que quedar bien entendido. La idea de la meta es la idea de la mente egoísta. Y, naturalmente, cuando piensas en la meta, piensas en llegar rápido. ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué ir en carreta? ¿Por qué no ir a la velocidad de un jet?
Y hay maestros falsos, que dicen que su método funciona a la velocidad de un jet. No hay ningún método, ninguna tariqa. Pero eso atraerá gente porque la gente quiere velocidad. La gente quiere que ocurra algo inmediatamente. Así que promete que, con diez o veinte minutos por la mañana y diez o veinte minutos por la tarde, se iluminarán en dos o tres semanas. No se iluminarán, pero a quién le importa su iluminación. Ya han pagado la cuota, ahora se pueden ir cuando quieran, ¡se pueden ir al infierno! Han pagado la cuota… Y hay más tontos, que seguirán viniendo. Se puede antender siempre los tontos, son una clientela muy segura. La velocidad es antiespiritual. La misma idea de la velocidad es antiespiritual. ¿Por qué no disfrutar cada momento de la vida? Si lo hacemos, cada momento se convierte en una meta en sí mismo, cada momento es intrínsicamente valioso; no puede ser sacrificado por ninguna otra cosa.
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